Sentirte cerca es experimentar una vorágine de sensaciones. Tu color, tu olor, tu tacto, tu frescor y a veces tu calidez despiertan sentimientos de admiración y deseo.
Da igual como te muestres, tranquilo, acogedor, juguetón, irascible o bravo, siempre mágico, hechicero y conquistador.
Eres el origen de la vida, sin ti nunca hubiéramos podido estar aquí.
El mar, aguas que esconden infinidad de misterios, tesoros fabulosos, civilizaciones perdidas. Embarcaciones sumergidas en tus profundas aguas guardan celosamente tus secretos. Escenario de enardecidas batallas durante todos los tiempos. Lecho de vida y de muerte. Inspiración constante de escritores, poetas y prosistas, de pintores y trovadores.
Todo un mundo de colores y lleno de vida se esconde bajo tus azuladas aguas. Arrecifes de preciado coral adornan tus profundidades. Peces de llamativas escamas y multitud de formas caprichosas, moluscos, crustáceos, caballitos de mar, estrellas, conviven en cierta armonía formando ese universo acuático y único que distrae con sus constantes piruetas al rey Neptuno.
Las gaviotas, albatros y cormoranes, entre otras aves sobrevuelan tu superficie haciéndote compañía y alimentándose de tu rica despensa. Cuando se sienten cansadas tu las acoges, las meces y reconfortas hasta que recuperan su energía y nuevamente pueden reemprender su vuelo.
Al atardecer los tritones bailan y las sirenas cantan con su coro de damas de espuma atrayendo al navegante solitario que surcas tus aguas buscando paz y descanso, transportándolo a tu mundo mágico.
Te contemplo y me gustas, paisaje misterioso y hermoso, inmenso, inigualable y por lo tanto único. Quien te ha contemplado una vez nunca será capaz de olvidarte.
A ciertas horas parees solitario y frío, pero no es así, pues siempre tienes compañía.
Uno de tus dos inseparables amigos, el sol, calienta tus aguas durante el día, haciéndolas apetecibles. Acalora mi piel y siento la necesidad incontrolable de sumergirme en tus aguas. Voy hacia ti y juegas conmigo una y otra vez. Primero me asustas con tu lengua de espuma fría lames mis pies y después te escapas. Doy un paso atrás pero tu vuelves a por mí, esta vez mas cálido. Intento acercarme más, adentrarme en tu líquido salado, me cuesta pues sigues jugueteando conmigo y cada vez que avanzo un poco tus olas de espuma me impiden el paso. Lucho contigo y por fin te gano la batalla, o me dejas ganar, entonces parece que me aceptas como un ser mas de tu reino.
Tus aguas me mecen y las damas de espuma me arrullan. Cierro los ojos, estiro los brazos y las piernas y con el sol acariciándome la cara me dejo llevar. Me inundas, me envuelves, me refrescas, me relajas... hasta que poco a poco cansado de mi presencia, travieso, me devuelves a la orilla otra vez, envuelta en espuma y vestida de arena y nácar.
El sol languidece al caer la tarde y tus aguas azules se tornan de un mágico y especial tono esmeralda que va oscureciéndose a medida que avanza el tiempo, hasta convertirse en un color indefinido pero no por ello menos hermoso, a veces te muestras verde, otras azul viejo y gris.
El fuego del son se va apagando en el horizonte y deja sobre el cielo las huellas de sus dorados dedos como queriéndose asir a él para no dejarlo marchar tan pronto, pero estás ya muy cansado para conseguirlo.
El cielo entonces como protesta enrojece de ira al ver que otro día más el sol le abandona, pero perdurará una aureola dorada y rosa hasta que la oscuridad de la noche lo apague por fin.
Tu otra amiga inseparable, la que te acompaña todas las noches, la dama de la noche, la luna, ilumina tus aguas con destellos de plata. Ahora te muestras cansado, tranquilo. Descansas del bullicio y el gentío de la mañana y de la tarde. En el silencio y la oscuridad de la noche las damas de espuma y nácar cantan con mas fuerza melodías de amor que tan solo aprecia algún romántico solitario y las parejas de enamorados que junto a la orilla se arrullan o pasean.
Es al anochecer cuando tus aguas a penas se distinguen en el negro horizonte, cuando los pescadores echan sus redes que con suerte y con tu beneplácito recogerán llenas. La luna, igual que a tí, les acompaña durante su trabajo a la vez que vela tu reposo.
El mar, la mar... nos atraes tanto que no nos importa mancharte con cremas, lociones, aceites e incluso a veces con "agüitas amarillas", corremos hacia ti sabiendo que nos acogerás en tus aguas, como si Neptuno emergiera sonriente e tus profundidades y abriera los brazos para estrecharnos amorosamente entre ellos, pero a veces, cosa natural, te muestras mas arisco y comprendemos por qué. Lleno de ira lanzas tus aguas con fuerza contra las rocas produciendo un gran estruendo y no mostrándote menos bello por ello, si no al revés, agresivo, hermoso, fuerte, poderoso, dominante, asustando a unos y maravillando a otros. lenguas bravas de mar que suplican respeto. Vertimos a tus aguas inmundicias, deshechos, petróleo e incluso grandes cantidades de productos químicos que matan a los seres mas queridos de tus profundidades, y después, cuando ya es tarde, intentamos remediar lo que ya no es remediable. Es lógico que te reveles en un intento desesperado de mostrarnos el daño que constantemente te hacemos.
Te tratamos mal y tu en cambio nos respondes con belleza, una bonita y original forma de protesta, de llamarnos la atención, y de decirnos: "¡Eh, cuidado!, que estoy aquí, no me hagáis daño que soy único y ambos nos necesitamos.
Y tienes razón, te necesitamos porque sin tus azules aguas saladas, tus abismos, tus sirenas y tritones, tus damas de espuma y nácar nada sería igual, si tu no existieras ¿con que íbamos a comparar la belleza?
Marisa 1998
Este nuevo blog lo utilizaré solamente para publicar mis escritos, poesías, relatos, cuentos, novelas, pensamientos y alguna tontería que otra que se me ocurre. Todo es mio, sacado del baúl del desván de mi imaginación. No tengo una forma de escibir de literato, pero dentro de mis límites procuro hacerlo de forma que sea fácil de leer y de comprender, siempre sencilla, sin ánimo de destacar ni de parecer algo que no soy. Un estilo de "andar por casa". Espero sea de vuestro agrado.
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