martes, 1 de febrero de 2011

CARTA A UN AMOR PROHIBIDO



No se explicar muy bien lo que significas para mi.
Eres el sol que me da energía y poder, que me alumbra el camino que he de seguir, que me calienta y me ayuda a vivir.
Eres el centro de mi vida. Gracias a ti he vuelto a sentir, a reír, a apreciar lo que tengo a mi alrededor y disfrutar de las pequeñas cosas, a valorarme a mi misma como persona y a amar.
Tú, con tu manera de ser, de mirar, de escuchar y de comprender mis palabras, las dichas y las que no hacen falta decir, porque tú las adivinas, con tu manera de hablar, con las constantes demostraciones de cariño, amor y entrega, has conseguido derribar mi muro de protección y has ocupado mi corazón, mi mente y mi cuerpo.
Ahora te pertenezco por completo y siento que tú también me perteneces.
Creo que lo que poseemos el uno del otro muy pocas personas lo tienen. Nosotros dos somos unos afortunados que se complementan perfectamente.
Tal vez nos hayamos encontrado algo tarde, pero podemos disfrutar el uno del otro el resto de nuestras vidas.
Va a ser muy duro, tendremos días buenos y también muy malos, pero sé que los dos juntos superaremos cualquier contratiempo y nuestro amor perdurará en la eternidad.
Ahora no concibo mi vida sin ti, necesito verte, oírte, tocarte, sentirte, olerte, lamerte y también necesito sentir tus besos, el contacto de tu piel con la mía, el calor de tu cuerpo, la humedad de tu boca. Necesito que me hables, me mimes, me mires, me acaricies y me abraces cuando me encuentre mal.
Se que hay situaciones que nunca se darán en nuestra pequeña y limitada vida en común.
Me gustaría pasear abrazada a ti por la orilla del mar, sentarme contigo en un acantilado y contemplar y oír las olas romper sobre las rocas, me gustaría cocinar para ti, dormir contigo y despertarme abrazada a ti, mirarte mientras duermes y besarte la frente y los ojos sin que tu te despiertes.
Me gustaría gritar al mundo que te quiero y no tener que ocultar nuestro amor. No podremos nunca pasar unas vacaciones juntos, en tener una velada a solas, con una cena íntima a la luz de las velas y un baile corazón con corazón para culminar la noche.
Podremos escribir un libro juntos, incluso podremos algún día plantar un árbol, pero nunca podremos tener un hijo. Te aseguro que para mi sería maravilloso darte un hijo y poder criarlo juntos y que se parezca en todo a ti.
No creo que esta situación llegue a darse, pero si en algún momento tu dejases de amarme, por favor, no me engañes y dímelo, no tengas miedo a herirme, aunque parezca frágil soy fuerte y aunque parte de mi moriría, procuraría salir adelante.
Creo que te amo desde el primer día que te vi y se que moriré amándote aunque por ley de vida tu entonces ya no estés conmigo.

Marisa
1997 (De mis escritos "Cartas a un amor prohibido")

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